La capacitación del personal como pilar fundamental en la implementación de BPM

LA-CAPACITACION
Un personal capacitado es el garante de que las Buenas Prácticas de Manufactura se apliquen con eficacia en cada proceso productivo. 

Las Buenas Prácticas de Manufactura (BPM) son un conjunto de normas y lineamientos que buscan garantizar la inocuidad de los alimentos y productos de consumo. Su cumplimiento depende de múltiples factores: infraestructura adecuada, control de procesos, monitoreo constante y cumplimiento normativo. Sin embargo, investigaciones y experiencias en la industria coinciden en que el éxito de la implementación recae, principalmente, en el nivel de capacitación y compromiso del personal.
La formación continua no debe considerarse un requisito secundario, sino un pilar estratégico. Sin ella, los procedimientos se convierten en simples documentos sin aplicación real. La capacitación asegura que los colaboradores comprendan no solo el qué deben hacer, sino también el por qué lo hacen. Esta conciencia marca la diferencia entre el cumplimiento formal y una verdadera cultura de inocuidad.
Diversos estudios señalan que los errores humanos son una de las principales causas de fallas en los sistemas de calidad alimentaria. En muchos casos, no se trata de negligencia, sino de desconocimiento. Por ejemplo, una mala práctica en higiene personal, un descuido en la manipulación de materias primas o un registro incompleto pueden desencadenar problemas graves de contaminación. Estos riesgos se reducen de manera significativa cuando el personal recibe una capacitación adecuada y periódica.
Además, la capacitación no debe limitarse a una inducción inicial. Las BPM requieren de un aprendizaje constante que acompañe los cambios normativos, la actualización de procesos y la incorporación de nuevas tecnologías. La inversión en formación genera retornos tangibles: reducción de pérdidas por productos no conformes, mejora en la eficiencia de la producción y fortalecimiento de la confianza del consumidor.
El enfoque investigativo también resalta la importancia de medir el impacto de la capacitación. No basta con impartir charlas o talleres; es necesario evaluar si el conocimiento se traduce en cambios reales de comportamiento en el puesto de trabajo. Esto se logra mediante auditorías internas, evaluaciones prácticas y observación directa.
En conclusión, la implementación de BPM solo es sostenible cuando el personal se convierte en protagonista del sistema. Su capacitación constante asegura que los principios de higiene, seguridad e inocuidad se transformen en hábitos diarios, reforzando la competitividad de la empresa y protegiendo la salud del consumidor.


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Martes, 30 Septiembre 2025