En un entorno empresarial cada vez más consciente del impacto social y ambiental de sus operaciones, las organizaciones ya no evalúan a sus proveedores únicamente por precio o calidad. Hoy, el desempeño en sostenibilidad y cumplimiento ESG (Environmental, Social and Governance) se ha convertido en un criterio determinante para mantener relaciones comerciales sólidas, transparentes y alineadas con los valores corporativos.
Las auditorías de segunda parte son la herramienta más eficaz para verificar estos compromisos. A través de ellas, las empresas pueden evaluar directamente si sus proveedores cumplen con los estándares éticos, ambientales y sociales que exige el mercado global y las normativas vigentes.
El enfoque ESG se basa en tres pilares fundamentales:
Evaluar estos factores dentro de las auditorías a proveedores permite garantizar que la cadena de suministro sea sostenible, responsable y coherente con los compromisos de la organización.
Desde la planificación, deben definirse los criterios de evaluación y las evidencias esperadas para cada componente ESG. Por ejemplo, políticas ambientales, registros de capacitación, reportes de emisiones o certificaciones ISO 14001, 45001 y 37001.
2. Revisar documentación y evidencias objetivasEl auditor debe solicitar y analizar documentos que respalden las prácticas sostenibles del proveedor:
Dependiendo del contexto, la verificación puede ser presencial o virtual. Es fundamental observar las condiciones reales de trabajo, el cumplimiento normativo y la coherencia entre lo documentado y la práctica.
4. Calificar el desempeño y generar oportunidades de mejoraEl resultado de la auditoría debe reflejar un puntaje ESG que permita comparar a los proveedores y establecer planes de acción. Las oportunidades de mejora deben orientarse hacia la mitigación de impactos ambientales, la mejora de condiciones laborales y la transparencia en la gestión.
Evaluar la sostenibilidad y el cumplimiento ESG en las auditorías de segunda parte es una práctica que trasciende el cumplimiento normativo: representa un compromiso con el futuro. Las empresas que integran estos criterios fortalecen su competitividad, generan valor compartido y consolidan cadenas de suministro más seguras, éticas y resilientes.
En un mercado donde la responsabilidad social y ambiental marca la diferencia, auditar con enfoque ESG es auditar con visión de sostenibilidad.